Titulo: LA DIVINA COMEDIA.
Editada por: AHORA Ediciones de Bibliofilia en el año 2.001.
Edición bilingüe: Español-Inglés.
Prólogo de: Arnau Puig.
Textos: Dante Alighieri.
Páginas: 220
Estuche Medidas: 44 x 32 x 5,5 cms.
Diseño: Pedro Manzano
Con 18 grabados de Manolo Belzunce, firmados a mano con lápiz por el artista y numeradas por el editor. 82 dibujos y tintas incorporados en el texto.
Técnica:
Serigrafía.
Edición: 295
ejemplares + 60 ejemplares en números romanos del I al LXX
6 ejemplares para deposito legal, 12 ejemplares de A a L para colaboradores.
Ejemplar: XXXIV.
Obras incluidas en este libro de grabados:
1.- Infierno, Serigrafía de 43 x 31 cms.
2.- Infierno, Serigrafía de 43 x 31 cms.
3.- Infierno, Serigrafía de 43 x 31 cms.
4.- Infierno, Serigrafía de 43 x 31 cms.
5.- Infierno, Serigrafía de 43 x 31 cms.
6.- Infierno, Serigrafía de 43 x 31 cms.
7.- Purgatorio Serigrafía de 43 x 31 cms.
8.- Purgatorio, Serigrafía de 43 x 31 cms.
9.- Purgatorio, Serigrafía de 43 x 31 cms.
10.- Purgatorio, Serigrafía de 43 x 31 cms.
11.- Purgatorio, Serigrafía de 43 x 31 cms.
12.- Purgatorio, Serigrafía de 43 x 31 cms.
13.- Paraíso, Serigrafía de 43 x 31 cms.
14.- Paraíso, Serigrafía de 43 x 31 cms.
15.- Paraíso, Serigrafía de 43 x 31 cms.
16.- Paraíso, Serigrafía de 43 x 31 cms.
17.- Paraíso, Serigrafía de 43 x 31 cms.
18.- Paraíso, Serigrafía de 43 x 31 cms.
Largo paseo por el Infierno: la Divina Comedia
Lo mejor, para empezar, es acudir al propio texto de Dante Alighieri. Al inicio de su canto vigésimo quinto del “Infierno”, leemos: “Si ahora fueras, lector, lento en creerte/ lo que diré, no será nada raro,/ pues yo lo vi, y apenas me lo creo”. Había que verlo para creerlo. Y ni aún así. Hay que estar muy seguro de sí mismo y confiar plenamente en tu trabajo para llevar a cabo una empresa de tal envergadura: difícil y ambiciosa donde las haya.
El artista murciano Manuel Belzunce lleva a cabo cien obras –82 dibujos a tinta china y 18 serigrafías originales– con las que quiso interpretar, desde su óptica más personal, uno de los libros más señeros y misteriosos de la historia universal de la literatura: la Divina Comedia, de Dante Alighieri. El escritor florentino empleó los últimos quince años de su vida a tan ambiciosa empresa. Belzunce no le fue a la zaga, entre pensar y ejecutar sus pinturas. El artista no ocultó su fascinación por la obra, porque, como él mismo llegó a afirmar, enseña a vivir de una determinada forma.
De la introducción se ocupó Arnau Puig, fundador, junto con Tàpies, entre otros, del conocido grupo “Dau al Set”. Un renombrado y prestigioso historiador, filósofo y crítico de arte, que, en su momento, había representado a todos los de su ramo en Barcelona. Una vez visto el conjunto, Puig no tuvo inconveniente alguno en elogiar el trabajo del artista, calificándolo de “sinfonía de color”, con el azul como constante y “una explosión de colores chillones, pero contenidos”.
A la Divina Comedia de Ahora le salió un serio competidor. Son las anécdotas de la vida. Por aquellos meses, el Círculo de Lectores decidió realizar su propia Divina Comedia, encargándole la parte ilustrada a Miquel Barceló. Dos libros muy diferentes, aunque con el mismo propósito ensalzador de la inmortal obra de Dante.
Se había apostado, como sería una constante a partir de entonces, por un artista murciano de cierto renombre, con proyección y contrastada personalidad, frente a un texto y un autor de fama universal. Los medios de comunicación así lo entendieron.
José Belmonte Serrano
Universidad de Murcia
Fragmentos del catálogo LIBROS CON ARTE
Comunidad Autónoma de Murcia (Marzo 2007)
Belzunce transcribe a la plástica en clave Borgiana, el poema medieval de Dante sobre unas imágenes posibles acerca de La Divina Comedia.
… Vamos a intentar hacer un recorrido, pero – como Borges – no desde la nada sino desde lo ya contado. ¿A ver cómo somos capaces de iniciar la deformación? Porque ahí se nos ocurre que es lo que sucede: que todo, después del relato, de la pintura inicial, todo son caricaturas, esperpentos, que diría otro inventor de mundos, Valle Inclán. Pero ¿cómo podríamos empezar a reflexionar sobre Paolo y Francesca si Dante no nos llamara la atención sobre que a ellos el amor les salió sin que lo supieran, porque vino desde una lectura que les puso de manifiesto una realidad, un sorriso que les llevó a la carne, y que, prácticamente, sólo es en el infierno en donde se les ha mostrado con toda su fuerza e impetuosidad, porque allí se les ha apasionado el afecto y allí han sentido su tiranía, que es lo que impresiona a Dante y le hace intentar su relato de lo que “era” antes de que “fuera”? Sin Dante, contando ese vendaval de las pasiones, como doscientos años más tarde - no de una belleza, sino de una fealdad, pero eso es objetivo y la pasión es la subjetividad - ¿cómo hubiera podido decirnos el valenciano Ausias March que “de amor siento más que sé”, que es por ello por lo que los sentidos le arrastran, sin que pueda “saber” lo que “siente” y que, por ello tiene que verse impulsado a escribirlo, para intentar si consigue dar a la caza alcance como aquel otro que conocemos por Juan (el de la cruz, al parecer) - y, así, poder entrarse en posesión de sí mismo, para evitar ser arrastrado y que lo sentido se vaya todo en sentimiento y, por consiguiente, nada de ello quede en constancia viva, como se permite hacerlo la naturaleza, que solo nos muestra las cicatrices de lo ocurrido y que, si no tuviéramos estudios, no sabríamos a qué aluden, de qué cosa o situación son referentes. Fijémonos que sin un distanciamiento de tipo brechtiano, sin poder considerar la cosa sin estar pasionalmente en ella, no habría manera de saber ni lo que nos pasa ni, sencillamente, si algo nos afecta. Vivir sin ebriedad, vendría a decir Baudelaire, es un no vivir. ¿Cómo sabríamos de la existencia del pájaro “simurg” el pájaro que es todos los pájaros en uno, un grifo proteico no en sus sucesividades sino en la instantaneidad de un presente - si Belzunce no nos lo hubiera dado en imagen? ¿Y lo de las edades del hombre - no según geología sino según sus holocaustos - si Belzunce mismo no nos las hubiere plasmado?
Pues por ahí va la cosa: que tal vez Dante necesite de otra iconología que aquella que le han elaborado sus anteriores panegiristas, desde William Blake hasta Salvador Dalí, pasando por Gustave Doré, para plasmar una iconografía que, aun sabiendo totalmente anacrónica, no obstante no podemos dejar de lado, porque allí hay el relato gráfico de lo que en un momento dado se entendió que era Dante en nuestra actualidad inmediata, puesto que de su mundo sólo nos quedan sus palabras y nos faltan las imágenes, paralelas, ya que similares no pueden serlo respecto de aquellas que ahora somos capaces de mostrar. ...
Arnau Puig
Fragmentos del prólogo para el libro "La Divina Comedia"
A mitad del viaje de la vida, Dante, detenido por tres grandes pasiones que simbolizan la Lujuria, la Soberbia y la Avaricia, se aparta del verdadero camino. Beatriz (o la Teología), a quien amaba en su juventud, envía en su ayuda al Genio de la Poesía (Virgilio), que por medio del estudio de lo grande y de lo bello, le conducirá gradualmente a la contemplación de las cosas celestiales. -Este poema es muy oscuro en sus detalles, es sin embargo muy claro en su idea primordial, y en la disposición de las partes en que se compone. Virgilio, o la Poesía, guiará a Dante a través del Infierno y del Purgatorio; Beatriz, será su guía en el Paraiso. -Por esta exposición se conoce al poeta católico y puede hacerse con él el gran viaje, -Dante sigue a Virgilio y parten por la noche.
A mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto.
¡Ah! Cuán penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor; temor tan triste, que la muerte no lo es tanto. Pero antes de hablar del bien que allí encontré, revelaré las demás cosas que he visto.
No sabré decir fijamente cómo entré allí; tan adormecido estaba cuando abandoné el verdadero camino. Pero al llegar al pie de una cuesta, donde terminaba el valle que me había llenado de miedo el corazón, miré hacia arriba, y vi su cima revestida ya de los rayos del planeta que nos guía con seguridad por todos los senderos. Entonces se calmó algún tanto el miedo que había permanecido en el lago de mi corazón durante la noche que pasé con tanta angustia; y del mismo modo que aquél que, saliendo anhelante fuera del piélago, al llegar a la playa, se vuelve hacia las ondas peligrosas y las contempla, así mi espiritu, fugitivo aún, se volvió hacia atrás, para mirar el trayecto de que no salió nunca nadie vivo.
Después, cuando di algún reposo a mi fatigado cuerpo, continué subiendo por la solitaria cuesta, procurando afirmar siempre aquel de mis pies que estuviera más bajo.
Al principio de la cuesta, aparecióseme una pantera ágil, de rápidos movimientos y cubierta de manchada piel. No se separaba de mi vista, sino que interceptaba de tal modo mi camino, que me volví muchas veces para retroceder. Era a tiempo que apuntaba el día, y el sol subía rodeado de aquellas estrellas que estaban con él cuando el Amor divino imprimió el primer movimiento a todas las bellas cosas de la creación. Hora y estación tan dulces me daban motivo para augurar bien de la pintada piel de aquella fiera. Pero no tanto que no me infundiera terror el aspecto de un león que a su vez se me apareció: figuróseme que venía contra mí, con la cabeza alta, y con un hambre tan rabiosa, que hasta el aire parecía temerle.
Siguió a éste una loba que en medio de su demacración parecía cargada de deseos; loba que ha obligado a vivir miserable a mucha gente. El fuego que despedía causó tal turbación que perdí la esperanza de llegar a la cima. ...
Dante Alighieri
Fragmentos del Canto Primero, El Infierno, de "La Divina Comedia"
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